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 ¿Sabías que el jamón ibérico puede aportar hasta un 50% más de proteínas que la de la carne fresca de la que procede?

Esto se debe a la pérdida de agua que se da sobre el producto en su transformación en jamón ibérico, si bien la cuenta de proteínas no es el único valor nutricional a tener en cuenta de este alimento.

Tanto el jamón serrano como el ibérico son una excelente opción para cuidar de nuestros músculos y sentirnos saciados siempre que no se abuse de su consumo, como con cualquier otro ingrediente, indicado para tomar en el desayuno con una buena tostada con aceite de oliva virgen extra o en la merienda.

El jamón ibérico es una fuente de proteínas, vitaminas y antioxidantes.

Apenas suma hidratos de carbono a nuestra composición corporal, pero sí que suma una cadena completa de aminoácidos ideales para reconstruir músculo y preservar la salud musculo-esquelética. Junto a las proteínas de calidad que introduce en nuestro organismo, el jamón ibérico nos ofrece un alto valor nutricional en calcio, esencial para nuestros huesos, especialmente en edad adulta y, más concretamente en las mujeres, a partir de la menopausia.

Hierro, magnesio, zinc y, sobre todo, fósforo, son otros de los elementos a tener en cuenta del valor nutricional del jamón ibérico. Si bien lo que más llama la atención de su consumo es el aporte en antioxidantes, vitamina E y vitaminas del grupo B, especialmente la B1 y B2 (con poco más de un bocadillo de jamón ibérico se alcanza un cuarto del consumo diario recomendado de vitamina B). Además favorece el aumento de producción de colesterol bueno en detrimento del malo, que lo reduce.

Por ello, resaltamos el jamón ibérico como una fuente de energía muy saludable.

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